viernes, 21 de mayo de 2010

Los “rebeldes” se abrieron paso rompiendo el cerco oficialista

Es preciso señalar que la instalación de esta mesa en la cumbre, a pesar de que ha sido duramente combatida por el gobierno, expresa -a su modo- el proceso de desencantamiento de importantes sectores que –hasta ahora- estuvieron atrapados por el MAS; por esta razón, tiene sentido caracterizarla como “rebelde”.

De su trabajo no se podía esperar conclusiones revolucionarias coherentes, éstas reflejan la diversidad de tendencias que actúan en su seno, desde indigenistas impregnados de posmodernismo reaccionario, pasando por ONGs que cuestionan al gobierno, tendencias revolucionarias y hasta individuos oportunistas y aventureros que, dado el éxito publicitario, asoman la cabeza buscando encontrar un auditorio para hablar. El documento es difuso, políticamente contradictorio y con profundas concesiones al indigenismo. Podríamos decir que se encuentra la huella de todos estos actores.

Lo rescatable es que se dibuja con claridad la crítica a los gobiernos de Chávez, Correa y Evo Morales que aparecen como gobiernos furiosamente anticapitalistas y desarrollan una política hipócrita al propiciar inversiones de las transnacionales y convertir a sus Estados en socios de las transnacionales en sectores estratégicos de sus economías. La limitación de las conclusiones de la mesa está en no señalar por qué estos gobiernos están condenados a terminar desarrollado una política burguesa y pro imperialista.

Este documento de conclusiones plantea una nueva “alternativa socialista a la política de depredación del capitalismo” que consistiría en “la movilización social permanente y la articulación de nuestras luchas”. Pero está subyacente en todo su contexto la idea equivocada de que, en el vientre del capitalismo, puede sobrevivir y potenciarse –de manera autónoma- “una sociedad basada en la propiedad colectiva y en el manejo comunitario y racional de los recursos naturales.”

A continuación pasamos a comentar ligeramente -a modo de ilustración- algunos de sus nueve puntos:

Primero.- Repudia “al capitalismo, a las transnacionales y a los gobiernos del denominado progresismo latinoamericano que impulsan…la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA)”, lo último en clara alusión a Chávez, Correa y Morales. No sólo se trata de repudiar, sobre todo al imperialismo, sino de combatirlo e impulsar su expulsión del continente. Además, señalar que estos proyectos “progresistas”, en el marco del capitalismo, están condenados a fracasar. Los bolivianos ya conocemos la experiencia del liberalismo y posteriormente del nacionalismo de contendido burgués.

Segundo.- Exige cambiar “el modelo de pseudo-desarrollo…y “avanzar en la construcción de alternativas que estén en función de los intereses de los pueblos, privilegiando la equidad, solidaridad y la complementariedad”. ¿A quién exigen? ¿A los gobiernos que acaban de repudiar en el punto anterior o al imperialismo? ¿Es posible desarrollar solidaridad, equidad, etc., en el ámbito del capitalismo? Estas ideas son altamente confusionistas y despiertan ilusiones en los explotados.

Cuarto.- “Ante la falta de la voluntad política de los gobiernos del mundo” –dice que- las organizaciones sociales y campesinas deben tener la facultad de definir un nuevo modelo de gestión y control directo del patrimonio natural”. Para lograr esto, primero tienen que expulsar al imperialismo y derrumbar a los gobiernos hipócritas que, en definitiva, actúan como instrumentos del amo extranjero.

Quinto.- “Pedimos a los Estados –dice- respetar y hacer cumplir los derechos indígenas aprobados en la ONU…” Esos derechos aprobados en esa “cueva de bandidos”, como la llamaba Lenín, son papel mojado. Los derechos de los indígenas sólo serán respetados en un nuevo orden social socialista protagonizado por todos los explotados y bajo la dirección del proletariado.

Sexto.- “Hacer público –dice- la necesidad de eliminar el latifundio”. ¿Sólo eso? De lo que se trata es de convocar, ahora, a la movilización de todo el país y particularmente de los indígenas y campesinos para expropiar esos latifundios de manos de los terratenientes. No olvidar que la nueva constitución protege el latifundio en Bolivia.

Séptimo.- “Exigimos –dice- la expulsión de las corporaciones transnacionales, de algunas ONGs….” ¿A quién exigen? ¿al gobierno que es socio de ellas? No, la expulsión de estos tentáculos de imperialismo será obra de la revolución social.